¡AY! SI PUDIERA DECIRLE
¡Ay! Si pudiera decirle que dentro de mi alma buena
tengo un amor encendido que va quemando mis venas,
que es un amor tan inmenso que me hace vivir por ella
y que me alumbra por dentro como al cielo las estrellas.
Que tiene un caudal de aromas a trigo de espigas nuevas
y muchas dulces fragancias de tardes de primaveras,
y que este amor es mi vida, mi dolor y mi condena,
pero es dulce cual las mieles de deliciosas colmenas
porque este amor es la dicha que ha de romper las cadenas
de las nefastas distancias que me separan de ella,
para poder pronto, pronto, hallar de amores su huella
y brindarle por completo, este amor de mi alma buena.
¡Si yo pudiera decírselo! se acabarían mis penas.
Tal vez, si lee estos versos, quizá de mí se conduela
y no deje que este amor, por ella, tanto me duela
y me diga una palabra, una palabra siquiera,
una palabra de amores, antes de que yo me muera.
Adamis Barrios
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